viernes, 14 de mayo de 2010

Los Pecados de Dios

Capítulo IV
Soberbia

Allí se encontraban unas alas enormes, blancas, manchadas de abundante sangre pero preciosas al fin y al cabo. Era obvio que se las habían quitado por la fuerza y contra su voluntad. Sólo una persona puede convertir un ángel, en un ángel caído, y ese era Dios, tenía que averiguar por qué esa crueldad, cual era el pecado de ese ángel y por supuesto donde se encontraba ahora. Estaría débil y habría escogido aquella casa porque la conocía de sobra y sabía que iba a estar vacía.

"Intentémos sacarlas de aquí- le dijo Judith".
"¿Estás loca? Este es el mejor sitio donde pueden estar, la gente cree que es una casa abandonada, así que ni mirarán"
"¿Y sí la quiere vender alguna inmobiliaria?"
"Para cuando eso ocurra ya se habrá terminado todo este asunto"
"Bueno al menos llevémosla a la cocina, esto está bastante oscuro"
"Vale, de acuerdo- zanjó Gabriel".

Una vez instalados en la cocina, permanecieron un tiempo en silencio, observando las alas, les resultaba raro ver algo tan atroz y tan bello a la vez. Aquellas alas no querían dejar la vida atrás, pues la sangre no se coagulaba, los huesos estaban brutalmente arrancados, pero todavía les sacudía algún espasmo. Después de varias cabilaciones sobre el pecado de aquel nuevo ángel caído, y pensar en cómo sacar las alas de allí, y llevarlas a casa de Judith, Gabriel cortó el silencio de sus mentes.

"Tenemos que buscar algo más"
"¿Sí? ¿Dónde? Ya hemos mirado todo en esta casa"
"Sí, pero algo se nos puede haber pasado por alto, es una casa grande y hemos ido a lo fácil. ¿Has mirado en el desván, por ejemplo? ¿O en el sótano?"
"En el desván no hay nada, solo ropa vieja y mucho polvo"
"¿Y el sótano?"
"No sabía que había sótano"
"Ya tenemos otro lugar donde buscar"

No hizo falta decir nada más, así que se dirigieron a él, no tuvieron que buscar mucho, vieron una puerta allí mismo, en la cocina, en la que no se habían percatado antes. Tenían que bajar una escalera bastante empinada, se fijaban en todo, estando alerta para cualquier cosa que pudieran pasar por alto, o por lo que pudieran encontrar. Cuando llegaron abajo y dieron al interruptor no pudieron creer la inmensidad de aquel sótano, había cogido dos sótanos, y los había unido hasta tener aquel terreno lleno de archivos. Se acercaron a una mesa, y vieron nombres, fotografías de Iliana y Phil, también había fotos de ellos dos y de un par de personas más que no reconocieron. Sabía todo sobre ellos, sus familias, sus trabajos, sus inquietudes, sus virtudes y sus defectos, sus pecados. Podían reconocerlo por algunas palabras sueltas, pues no entendían mucho, estaba todo escrito en Esperanto, así que no entendieron todo lo que allí ponía, pero sí pudieron reconocer un gran dibujo que consistía en un triángulo con un ojo en el centro, el símbolo de Dios. Estaba tramando algo contra él, sin embargo no sabían qué podía ser, pero podían sospechar que Iliana y Phil tenían algo que ver, aunque no lograban ver el qué.

"Tengo que hablar con Uwe- pensó Gabriel"
"¿Tienes? Querrás decir tenemos, ¿no?"
"No, sé muy bien lo que he y debo decir"
"¿Te recuerdo que sin mí no hubieras logrado nada de esto?"
"¿Te recuerdo que nadie te pidió que me acompañaras? Viniste por tu propia cuenta, ahora no te vas a llevar el mérito de todo"
"Reclamo lo que es mío"
"¿Tuyo? No me hagas reír"
"Voy a hablar yo con Uwe mejor- aventuró Judith"
"Ni se te ocurra"
"Detenme"
"Que no te ciegue la soberbia"
"Estaría perdida sin ella, sólo te pido que hables en nombre de los dos con Uwe"
"Cuando todo esto acabe no te quiero volver a ver"
"No te quepa duda"

Cogieron todo lo que les pareció de importancia, lo subieron arriba junto a las alas e intentaron poner un poco de orden entre todo aquel caos. Gabriel empezó por las fotografías y Judith por lo que parecían sus trabajos y familias. Lo ordenaron viendo que Iliana trabajaba en una empresa de seguros, era de las responsables más importantes de allí, su marido, Aaron, trabajaba de abogado en un buffete del centro, ocupándose de los juicios más sonados, mientras que Carrie, su hija menor que tenía seis años, iba a una escuela privada. También tenían un hijo mayor, que vivía en Francia, se llamaba Erwin, y trabajaba en una empresa de telefonía móvil. Desde que desapareció Damien para ella, su marido le abandonó llevándose a la niña consigo y perdiendo todo contacto posible con ella, pensó que se había vuelto loca y que podía pasarle algo a Carrie estando a su lado.
Sobre Phil venía un archivo un poco más extenso, el cual miraron por alto. En este enumeraba sus múltiples trabajos como notario, o director de una sucursal, además de sus carreras universitarias y sus postgrados, pero no le sirvió de mucho cuando Damien se cruzó en su camino. Se conocieron en el Eternal Blood que por aquel entonces frecuentaba como cliente Phil y además Damien conocía por sus contactos. Éste lo esperó entre las sombras del patio trasero del local y le ofreció llevarlo, pudiendo tener todos los lujos que él quisiera, y Phil eligió la droga, heroína, cocaína, éxtasis, así se convirtió en el drogadicto que es ahora.
Descubrieron además la procedencia de sus instintos lujuriosos, que empezaba con las primeras personas creadas por Dios, Adán y Eva, ellos fueron los primeros en conocer la sexualidad como forma de reproducción y como placer, ya que Adán, antes de tener a su igual, copuló con todas las hembras animales que había en el Edén, pero no encontraba la satisfacción que daba un cuerpo humano, caliente, y deseable. Pero descubrieron el placer por el placer gracias a Damien, ya que por los manuscritos que había allí, su edad se remontaba a la era de la Pangea. Él, después de la expulsión de Dios, les ayudó a seguir con su vida y a que se multiplicaran sin dejar de lado el deseo.
También había otra persona al la que no conocían aún, pero puede que la conociesen más adelante como ocurrió con Iliana y Phil, todos estaban relacionados, todo tenía que ver, era más bien un estudio, más que una investigación.
Eve Hans que así se llama esta chica nueva, era una joven de veintisiete años, casada pero sin hijos. Damien le mostró el lado oscuro del dinero, le dejó una cuenta bancaria con cincuenta mil dólares limpios para ella, pero no tardó mucho en pulir este dinero, pero además no dejó de trabajar, pero cambió apartir de probar el poder de la riqueza, multaba sin razón, aceptaba sobornos, convenció a su marido para que robara en su propio trabajo.
Pero se dieron cuenta que todo era a raíz de Damien, él era el que ponía la miel en la boca para después quitársela. Se podía decir que su pecado fue incitarlos a ellos a pecar, y eso era suficiente para convertirlo en lo que era ahora.
Además de aquella información, había una pequeña cajita de madera con un candado puesto, busaron la llave abajo, y en cuanto la encontraron fueron a ver que contenía. Esta se encontraba llena de billetes, junto a una nota que rezaba "PARA LOS QUE VENGAN, UTILIZADLO CON CABEZA". Seguramente sería para utilizarlo con Eve, pero no sabían cuando iban a encontrarsela.
Mientras Judith guardaba el dinero y ponía las alas en un lugar fresco y a salvo de la vista de cualquiera, Gabriel aprovechó ese momento para telefonear a Uwe.

-¿Lo tienes ya?- Preguntó primeramente Stain.
-No, aún no, pero estamos cerca, hemos encontrado sus alas- apartir de aquí, le contó un poco por encima de todo lo que había descubierto, sin mencionar aún a la Súcubo.
-No puede estar muy lejos de donde estés, ¿cómo has encontrado tanta información?
-Me ayudó una Súcubo.
-Bien, me gustaría conocerla cuando me entregues al ángel.
-No creo que pueda ser posible- respondió tajante Gabriel.
-¿Y eso por qué?
-Tiene que coger un vuelo y no volverá por aquí, pero yo le puedo dar parte de la recompensa si le place.
-De acuerdo, dale las gracias por todo esto de mi parte.
-Sin problemas, pero antes responda a esto- hizo una pausa, en la que pensó las palabras adecuadas para preguntar- ¿tenemos que ver algo nosotros en todo esto?
-No puedo responderte, solo te diré que no soy exactamente quien crees que soy- y colgó el teléfono dejándole con la palabra en la boca.

Cuando Gabriel se reunió con Judith, a esta no le hizo falta preguntar qué le había dicho, lo había oído todo desde la otra línea, así que también estaba pensativa sobre lo último que le había dicho Uwe.

"¿Qué querría decir con eso?- Preguntó Judith".
"No lo sé, pero tampoco es de nuestra incumbencia, nuestro cometido ahora es encontrar a Damien, ahora parece ser más importante aún".
"Tienes razón, ¿dónde podríamos buscarle esta vez? Ahora estará débil así que no debería ser muy difícil encontrarle".
"Cerca de aquí hay un parque llamado el Edén, habiendo sido lo que fue, puede que esté allí".
"Podemos mirar, por intentarlo".

Arreglaron las cosas para irse, cogieron el dinero, bajaron los documentos abajo y se aseguraron de las alas, para que estuvieran bien y sin ser vistas. No pasaron ni cinco minutos desde que salieron de la casa, cuando vieron a lo lejos a una chica que les resultaba familiar, tanto que era Eve.