jueves, 2 de diciembre de 2010

Debe terminar con esperanza


El cielo sin ti no tiene sentido de existir, pues tú eres la luna que lo ilumina en las noches claras, las estrellas que hacen que reluzca con esa luz especial, las nubes que ocultan el mal de cada día. Eres el sol que da el calor necesario a mi cuerpo en los días más fríos, la lluvia que me divierte al salir a la calle.
Sin ti realmente, nada tiene sentido, me siento perdida y abrumada, no puedo seguir sola, cada semana se me hace más cuesta arriba, y no veo el día que termines y estés conmigo siempre. Pero todo acabará bien, la esperanza no estoy dispuesta a perderla.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Sin más apareces

Son las 12 de la mañana, y llamas, me preguntas qué tal he dormido, te contesto que bien a pesar de haber dormido sola en tu cama. Te hago la misma pregunta, sé que no ha sido una de tus mejores noches, me contestas que bien y terminas diciéndome que llegarás a la casa sobre las 4 y media ó 5. Un tanto decepcionada acepto tus horarios y me despido de ti con un te quiero, seguido de yo también por tu parte.

Se acerca la hora de comer, pero apenas como, entre los nervios y el café que me tomé para desayunar no tengo hambre. Leo, como casi toda la mañna, casi 100 páginas en un momento, distraigo mi mente para no reparar en las horas que aún me faltan para poder verte y abrazarte.

Me conecto y hablo con una amiga, le pongo la cam y le enseño un poco la habitación, hasta que sin venir a cuento se apaga el ordenador... otra vez a leer. Son casi las 3 de la tarde y aun pienso que queda una hora o incluso un poco más para que llegues. Voy a la cocina y pico un poco de comida, vuelvo a la habitación y me dispongo a leer de nuevo, pero cambio de opinión en el último momento y enciendo nuevamente el ordenador. Pongo youtube y hago una lista de reproducción con unas pocas canciones, un tanto románticas.

Escucho un ruido en la entrada, es la puerta que se abre y suena tu voz con un alegre ¡hola!
Se empieza a formar una sonrisa de oreja a oreja en mi cara, pero no sé porqué no soy capaz de levantarme de la silla. Noto el corazón latiendo con tanta fuerza que parece que lo tengo en la garganta, y por fin apareces por la puerta y me sonríes, se podía decir que no te creías que estuviera allí, aunque ni yo misma me lo creía aun.
Paso la mirada por todo tu cuerpo y no puedo evitar pensar en lo guapo que estás con la mimeta, no dejo de mirarte, ni de sonreírte, simplemente no puedo.

Entras con tu normal, ¿qué pasa? Para contestarte con mi normal nada, aunque pasan mil cosas y a la vez ninguna por mi cabeza. Te acercas a besarme, y con ese simple beso me cercioro que no es un sueño, es verdad que estoy en Almería, en tu casa, en tu habitación y que tú también estás.

Sales de la habitación y hablas con tu compañero de piso, bromeáis durante unos instantes que a mi se me hacen eternos y despidiéndote de él vuelves a la habitación.

Te sientas en la cama para poder quitarte las botas cómodamente, pero yo ya estoy en pie y no puedo contener las ganas de abrazarte, había estado esperando ese momento desde hacía dos semanas, y no estaba dispuesa a esperar ni un segundo más.
Así que me abalanzo a ti, besándote como nunca antes, y por dentro sintiendo como una parte de mi quería simplemente echar a llorar de felicidad. Me sientas encima tuya, y así me quedo, abrazada a ti, y sin poder evitarlo ni queriendo evitarlo tampoco, te susurro al oído TE AMO.

martes, 2 de noviembre de 2010


Joyas Oscuras

Capítulo I

Estando en el Reino de los Gnomos avisté un ser extraño, no era un gnomo normal, incluso pensé en aquel momento que era humano, pero no sabía lo equivocado que estaba. Me acerqué con precaución, intentando agudizar mi vista para adivinar quién era.
-¿Qué deseas?- Grité aunque tampoco esperaba respuesta.
Silencio. No erré al esperármelo. Seguí acercándome, fijándome en aquella silueta por si hacía algún movimiento extraño, mientras acariciaba el puño de mi espada.
-Hable señor, por el honor de Shawn-. Desenvainé la espada y estando cerca pude ver lo que parecía una joven de unosdieciséis años, de pelo aguado anaranjado que le cubría el rostro, pues la posición de su cabeza era agachada. Al escucharme dirigirme hacia ella alzó su pequeña cabeza para dejarme ver unos preciosos ojos negros, enormes y penetrantes, una naricilla respingona y una boquita pequeña, parecía que sus ojos no concordaban con el resto de la cara pero estaban en perfecta armonía. No tenía nada diferente o inusual, pero a la vez tenía un encantador misterio encerrado en su interior.
Se le veía triste, la curvatura de sus labios caía levemente hacia abajo, podría decirse que por la forma de mirarme parecía desorientada y buscaba en mí algo de ayuda, pero no la pedía, ni se acercó a mí, se quedó ahí, quieta.
-Dime pequeña, ¿cómo has llegado hasta aquí?- Pregunté bajando la espada, sin poder adivinar que aquella cueva térmica sería mi prisión durante unas horas.
-Siguiendo a tus guardias- respondió con una voz que más que hablar parecía que cantara. Eso fue lo que me hizo bajar la guardia a pesar de sus palabras, no pensaba en nada, solo en volver a escuchar esa voz melodiosa, pero lo único que escuché fue un par de saltos a mi lado y sentí el golpe de un garrote en la nuca.
Quedé inconsciente durante no sé cuánto tiempo, hasta que noté agua cayendo por mi cara. Abrí los ojos sin saber qué había pasado y entonces la vi, la chica que estaba en la gruta discutía con un par de hombres altos mientras yo atado a una estalagmita no tenía oportunidad de escapar.
Intenté zafarme de las cuerdas que me aprisionaban, luchando contra ellas, pataleando, intenté incluso llegar a las cuerdas para morderlas, pero era inútil, estaban bien fijas.
-Soltadme-. Amenacé, intuyendo que no se rendirían tan fácilmente.
-¿Y eso por qué?- Rió el guardia que estaba a la derecha de la chica.
-Cállate Cleve-. La joven le cortó con una voz que no se parecía en nada a la voz que escuché antes, era mucho más dura que antes, pero al dirigirse a mí su voz cantarina volvió.- Dime ministro, ¿dónde se encuentra la cámara real?
-Juré lealtad a la reina Shawn y a todo lo que ella representa, ni siquiera tus artes de distracción seducción podrá doblegar mi pacto de sangre-. Le contesté convencido de mi oponencia a hablar sobre ese tema.
-Bueno, todo se verá después de sacar todas mis "artes".
-Sólo eres una simple bandida, hay tesoros más a tu alcance.
Se arrodilló, me sonrió con su cara angelical y pensé que no había visto nada más hermoso en toda mi vida, hasta que su puño cerró la boca de mi estómago de un puñetazo. No reaccioné en unos momentos, no podía, pero en cuanto pude sentí mi mejilla húmeda por las dos pequeñas lágrimas que cayeron por ellas. No esperaba que esa simple mujercita tuviera la suficiente fuerza para hacerme aquel tipo de daño.
-¿De veras crees que una simple bandida tendría seis de los mejores elfos a su retaguardia?
-Aquí solo veo a dos.
-Estos son Cleve y Charlie. Maximilliam, Jason, Krause, Stham, podéis salir.
De un salto desde las estalactitas aparecieron otros cuatro elfos enormes que se colocaron detrás de ella en posición defensora.
-Pero, ¿quién eres?- Le pregunté extrañado a la vez que curioso.
-Mi nombre es Anne Trunchbull.
Entonces comprendí quién era. Se trataba de la hija pequeña del rey de los elfos del agua, no podía imaginarme que la mismísima princesa Anne estuviera ante mí. No podía decir que fuera un honor, pues nuestros reinos siempre han estado en guerra por asuntos que desconocía, pero sí me fascinaba de una manera impresionante. Ella entendió que sabía quién era y dejó al descubierto unas preciosas orejas azules, símbolo de nobleza para su raza.
-¿Qué tenemos que le haga falta a tu padre?
-Di mejor, ¿qué nos robásteis en su tiempo que nos es vital?- Amenazó con un rencor odioso.
-No pongas en duda la honestidad de la reina-. Le repliqué casi con dolor por aquella acusación.
-Es la verdad, aunque entiendo que ahora no la comprendas, ya te darás cuenta de tu error.
-Nunca admitiré algo tan absurdo.
-Tiempo al tiempo, mientras tanto ahórrate tiempo y dolor.
-Dime que buscas y te diré si nos es útil en este preciso instante.
-No soy tan estúpida, seré la pequeña de mi familia, pero sé cuando me pueden traicionar, y más teniendo en cuenta que eres alguien de una raza que ya traicionó a la mía tiempo atrás.
-¿Y cómo sabes que no te voy a mentir con la ubicación de la cámara?
-Lo puedo intuir, traiciónanos y sufrirás con la vista que te mostraremos, alíate con nosotros y te contaré toda la verdad sobre tu supuesta reina, además de dejarte vivir, que creo es un dato importante para ti.
Me lo pensé, vacilé y una vez más me equivoqué al escoger mis decisiones, solo pensaba en lo que me habían inculcado toda mi vida. Supongo que en ese momento era lo más lógico.
-Está bien- acepté ocultando mis verdaderos planes-, pero debéis cambiaros, vuestra presencia no se hará desapercibida aquí.
-Escuchadme- les indicó Anne-, haced lo que él os diga, pero cuando veáis algo raro defendeos, reducidle, y si hace falta mostradle aquello que sabéis, y si aun así no hace que se retiren los guardias, matadlo, hay más gente con acceso a la cámara real.
Escuché todo con atención, su voz sonaba firme, digna de su padre, ahí me dio un poco de confianza para no llegar a traicionarle, o al menos para intentar averiguar cuál era esa verdad que me ofrecía, pero no la suficiente como para dejar a mi reina sola ante el peligro que se le podría avecinar. Tampoco dejaba de pensar en aquello que me haría sufrir sólo con verlo, no tenía esposa, ni hijos tampoco, soy un gnomo bastante solitario, mis preferencias son el trabajo antes que el ocio o mi vida personal, cuidar y ayudar a Shawn me llenaba en todos los sentidos.
-¿Tenéis ropas de mi pueblo?
-Por supuesto, somos previsores, y sabíamos que esta situación se daría tarde o temprano- me contestó Cleve, el que se burló de mí sobre mi liberación, pero se le veía dispuesto a colaborar conmigo, y eso lo hacía menos amenazador.
-Pues cambiaros e intentad parecer más bajos, luego seguidme e intentad parecer gnomos corrientes, será mejor que no hagáis que los demás gnomos sospechen de vosotros.
-Puedes usar tu influencia- me dijo Anne mientras me liberaba de las cuerdas y me ayudaba a ponerme en pie.
-Soy un simple burócrata, me tratan como a uno más, pero con un poco de elegancia.
-Entonces por qué hablas de tu reina con tanta adulación.
-No estoy hablando de mi reina, sino del pueblo, sin acusar a nadie en concreto.
Asintió comprendiendo mi respuesta. Sus vasallos fueron rápidos a la hora de vestirse, y tardaron poco más de una hora en acostumbrarse a andar con las rodillas, con los tobillos atados a los muslos, era una posición muy incómoda, incluso dolorosa a las horas, pero su altura era demasiado anormal entre nuestra gente.
Salimos a la luz del día, cuando me di cuenta de que estaba al frente de aquellos pseudo gnomos, los miré, no muy convencido de su credibilidad, pero aún así resignado a seguir con vida.
-Una cosa más antes de irte, gnomo.
-¿Qué deseáis ahora?- Le contesté con un poco de ironía en mis palabras.
-Os estaré esperando con lo que busco al otro lado del lago de la catedral.
-¿Cómo sé lo que buscas si no me lo dices?
-Ellos lo saben, no debes preocuparte por cosas que no te incumben.

sábado, 23 de octubre de 2010

Príncipe de las Guerras

Tú, Príncipe de las Guerras, condenado por un mal destino, obligado a luchar contra tu voluntad, obedeciendo órdenes superiores y resignado a seguir para poder vivir. Quien le iba a decir a esta simple moza que acabaría amando a una persona con tal intensidad, con tanta fuerza y poder. Solo te pido que no me dejes, que me cubras del sol que quema mi piel y me arropes en las frías noches en los que la luna ilumina el cielo. Quiero, o incluso debo pedir una cosa de ti, no me olvides, que la distancia entre nuestras guerras no haga mella en nuestros corazones, ni en nuestras almas, pues tú eres más importante para mí que cualquier tesoro superficial, más importante casi que mi propia vida, ya que como te dije una vez, y te lo repetiré varias más, tú me proteges de sobremanera, haciendo lo imposible por mí, sin que yo sepa como ni por qué lo haces. Lo único que lamento es no poder devolverte ese favor pero no te preocupes, ya podré llegado el momento, mientras tanto seguiré amándote y dejando que me cuides arropada en tu cómoda cama.

viernes, 8 de octubre de 2010

Construyendo un mundo contigo


Quiero verte pronto, quiero estar contigo ya, quiero sentirte, abrazarte, besarte, quiero despertar y que lo primero que vea sean tus ojos, que lo primero que saboree sean tus labios y lo primero que toque tu cuerpo. Porque cada vez soy más feliz contigo, y todo gracias a ti. Te quiero



Si quieres sentirme, siente en tu corazón aquella noche. Siente con el corazón, con el alma, con el ser que todos notamos, pues es ahí donde reside el amor, ya sea para uno o para otros...

jueves, 16 de septiembre de 2010

De Blog a Blog

Querido lector:

Tú que me has acompañado desde que empecé esta aventura, que has leído y releído mis historias y mis cuentos, solo desesarte mil felicidades en este día tan significativo.
El paso de menor a mayor, con sus partes buenas y sus partes malas, como poder votar, poder utilizar la cuenta del banco, ir a la cárcel... aunque no suene tan bien ni tan original. Sólo quiero que sepas que siempre podrás contar conmigo, al igual que he podido contar contigo, y que espero seguir esta amistad que empezó por unas imágenes y unas palabras.
También aguardo el día en que nos conozcamos en persona, que ya va siendo hora, tanto viajar, sin embargo no vienes a Málaga, pero como dicen, si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña. Y no sé que más decirte, siento que no sea una entrada tan impactante como la tuya, pero sabes que estas cosas son cuando vienen, desgraciadamente no se puede controlar.
Así que nada, que te lo pases muy bien, que te regalen muchas cosas, que te lo pases muy bien y todas esas cosas que se desean por los cumpleaños, pero sobre todo, no dejes de ser como eres, con esa cabeza que es capaz de hacer un juego de la nada, de escribir tan bien como escribes, y de no parar de luchar hasta conseguir lo que quieres.

Un abrazo muy grande de tu amiga Semyazza.

Semy

jueves, 9 de septiembre de 2010

Un Poquito de Por Favor


Educación, bonita palabra salida de personas mayores, aunque ni ellos ya la respetan.
Me indigna ver como las mismas personas que se quejan de la juventud, son las que cometen sus mismos errores solo que al contrario. Sentada en el autobús leyendo irónicamente una noticia sobre educación, noto tocar mi hombro sin cuidado y casi empujándome del asiento, cuando al girarme me encuentro con la cara arrugada de una mujer mayor, que con malas maneras me dice que me levante, lo hago, y sigo leyendo el periódico.
Debería haberle soltado que no despotricara tanto contra mí, y los jóvenes en general, y lo hiciera contra las madres que dejan a sus hijos sentarse en los asientos para minusválidos, que lo hiciera también co la EMT que cada vez hace los autobuses con menos asientos, y además quitan autobuses de circulación, haciendo que entre autobús y autobús pasen casi media hora e incluso una hora entera. Que no lo haga con personas que no le han cedido el sitio más que nada porque no les ha visto, que hay una gran diferencia entre quien puede y no se da cuenta y quien puede y no quiere.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Pasito a pasito

A ti, que apareciste en la noche como un rayo de luz, a ti, que me salvaste de la desesperación, a ti, que te has convertido en mi mundo, en mi universo, a ti te doy las gracias. Gracias por ser así conmigo, aunque te conozca desde hace poco tiempo, gracias por aguantar mis tonterías, mis enfados, y mis estupideces, gracias por preguntarme siempre qué me pasa, por buscar mis manos en la oscuridad, por no dejarme sola.
No quiero hablar antes de tiempo, no quiero estropearlo, no quiero que salga mal esto, por eso no voy a decir te quiero para siempre, pero sí te voy a decir que quiero quererte siempre.
Por ti lo olvidaré todo, olvidaré los ¿Y si...? Olvidaré los FuturosPasados, y pensaré en un PresenteATuLado, porque solo tú eres para mí, porque contigo lo veo todo más fácil.

martes, 10 de agosto de 2010

EstoNoEsUnAdiós,SoloEsUnHastaPronto


Mi Robert guapo... que idiota has sido.
Te has ido de mi lado, aunque ya no tuvieramos contacto.
No puedo creer que ya no vaya a verte más, que tenga que decir que ya no estás, que tu vida se ha ido para siempre, que no volveré a verte hasta dentro de varios años.
Siempre te recordaré, siempre te tendré en mi corazón y siempre te pediré perdón por estos últimos años distanciados, pero no te voy a negar que siempre me he acordado de ti como mi Robert.
Solo espero que estés donde estés, tu vida ya no sea sufrimiento de ningún tipo, que donde estés hayas olvidado el mal que te han causado y el mal que te ha llevado a este extremo.
No voy a olvidar ese dibujo que me hiciste cuando era pequeña, y como me palpitaba el corazón cuando te veía.
Pronto nos reuniremos Robert, te quiero.

martes, 3 de agosto de 2010

Quiero que rompas la maldición


Olvidaré esa maldición por ti, la maldición que nos ha atormentado a tantos y a tantas, que nos ha hecho estar en vilo, con mil ojos a todo, que nos ha hecho sufrir.
Tu maldición es tu nombre, tu inicial, lo que ayuda a reconocerte y a saber quien eres. Una simple letra que la hemos odiado, que han ido cayendo uno por uno, sin tesón, hasta encontrar otra consonante o vocal que nos ha hecho felices, aunque en mi caso aun no.
Poco a poco te contaré y te explicaré todo, lo que quiero y lo que no quiero hacer contigo, pero sobre todo lo que no quiero hacer es equivocarme, quiero hacer las cosas bien.

Quiero llegar a ti.

domingo, 1 de agosto de 2010

La frontera que nos separa puede ser pequeña

Como desearía que estuvieras aquí ahora, que me vieses, que me sintieses, que me tocases. Me gustaría ver tu cara de asombro ante mi falsa vergüenza que te suelo mostrar, ya que no es vergüenza lo que contigo siento, si no miedo, el miedo que tengo es superior a cualquier otra cosa antes experimentada. Es miedo a la desilusión, al fracaso, a sentir que nunca acierto. Necesito que ahuyentes ese pavor, que con tus manos en mi cintura guíes mi vida hacia la felicidad.
Y sé que suena fácil, que sin más podemos nadar, o volar, pero es mucho más complicado que eso, incluso sin las ataduras que dices que no tienes.
Pero tiempo al tiempo, todo se verá y todo sucederá.

jueves, 29 de julio de 2010

TeEsperoQueriendoUnaIlusiónEnunRecuerdoOlvidado


Tiende mi corazón a
Expresarse, utilizando las palabras

Que necesita en
Un triste papel, para que al fin y al cabo sean
Insignificantes para ti, así
Espero que estas palabras
Representen algo en tu vida, sin
Olvidar mi helado corazón


Te
Encontré

Nadando
En el mar del recuerdo
Cuando
Estaba apunto de hundirme me
Socorriste
Inflando mis pulmones de aire
Tranquilo
Olvidarte ahora es imposible


Tan dentro
Estas de mí, que

Aunque lo intente o
Muerta quedaría en el intento
O infeliz sería al lograrlo

¿Y si...?

Voy a lanzar una pregunta al aire:

¿Y si todo saliera bien?

Si todo saliera bien, sería la persona más feliz del mundo.
Si todo saliera bien, sería capaz de darlo todo para que siguiera así.
Si todo saliera bien...

Ojalá seas lo que busco,
Ojalá no me estés mintiendo,
Ojalá seas quien me haga volver a soñar,
Ojalá me saques de este coma emocional.

Y siento que puedes serlo,
Y siento miles de cosas al pensar en ti,
Y siento que te has ganado mi corazón y mi alma en solo dos semanas,
Y siento cruzar el gran charco que nos separa con solo cerrar los ojos.

No quiero perderte,
No quiero que esto se estropee tontamente.
No quiero verte mal,
No quiero estar mal.

Seguiré odiando la distancia que nos separa,
Seguiré odiando la hora que nos diferencia,
Seguiré haciendolo si tú me dejas.

Anhelo ver tus ojos verdes,
Anhelo tocar tus manos,
Anhelo abrazarte, besarte,
Te anhelo.

Prométeme que vendrás,
Prométeme que te veré,
Prométeme...

martes, 27 de julio de 2010

Marchando


Aunque no lo veas, aunque no lo creas o aunque no lo sientas, algo en mis historias ha cambiado. Ahora ya no utilizo todos los medios posibles para plasmar mis ideas, pero sí los necesarios para transmitir lo que quiero. En estos momentos mi corazón guía mis manos por el lienzo que es el papel, escribiendo, tachando y volviendo a escribir, manteniendo presente mis errores para no volverlos a cometer.
Llegará el momento en el que mis fallos sean solo visibles para mí, en el que deje atrás mis odios y mis miedos, en el que deje atrás todo y empiece a vivir de nuevo. Cuando llegue ese momento lo sabré, y entonces será cuando marche de mi tierra, buscando nuevos errores que cometer y nuevos miedos que tener, adquiriendo más experiencia en todo lo posible.

lunes, 26 de julio de 2010

Oculta

Eres el sol que me alumbra en mis tormentas, y yo la luna que te guía en la oscuridad. Solo espero poder ver un eclipse que nos fusione a los dos, que una nuestras almas y aleje el miedo y el dolor de mi corazón roto. Aunque por ahora solo puedo ocultarme en las sombras de callejones pasados, espero una salida a ti, que me ayude a escapar, a volver a soñar. Mientras tanto, seguiré pensando en ti.

domingo, 25 de julio de 2010

Gracias


Otro año más, diecinueve en total, diecinueve años rodeada de buenas y malas personas, con risas y llantos, salidas y castigos. Tantas cosas que quiero agradecer que me faltaría espacio para decirlo. A familiares que están lejos, que están cerca y que ya simplemente no están. A amistades que están ahí siempre, apoyandome en todo lo que hago y dejo de hacer. Gracias por las felicitaciones que me dais cada año, y gracias por estar ahí, sin vosotros no sé cómo estaría, pero seguro que no sería tan feliz como lo soy ahora.
Por esto y muchísimo más GRACIAS.

miércoles, 21 de julio de 2010

Cielo

Luna, que ocultas tu cara para no ver tus lágrimas,
No llores más, yo te protegeré con mi corazón,
Yo lloraré por las dos,
Que tú no mereces sufrir y sí reír.

Caperucita Roja


-Mamá, ¿dónde vas? -Dijo una pequeña niña con una caperuza roja.
-A casa de tu abuela, que está un poco enferma- le respondió con su voz dulce y calmada.
-¿Puedo ir contigo?
-¿Y quién cuidará entonces de la casa? No, tú te tienes que quedar aquí, con la puerta cerrada.
-Pero yo quiero ir a ver a la abuelita, ¿por qué no me dejas que vaya yo sola? Todos me conocen, así que no hay peligro de que me ocurra nada.
-No me fío, en el bosque es muy fácil perderse.
-Pero yo lo conozco muy bien, ya verás como no pasa nada.
-Bueno, está bien, pero te quiero de vuelta antes de las diez de la noche.
-De acuerdo mamá- le dio dos besos a su madre y se fue con la cesta muy contenta.

Empezó a caminar muy contenta, con la cesta dando tumbos en su brazo derecho hacia el bosque, cuando solo habían pasado quince minutos, escuchó algo entre los arbustos, se giró rápidamente intentado descubrir algo, pero no vio a nadie. Siguió andando, un poco más intranquila y de nuevo oyó algo que no le hizo mucha gracia,se quedó quieta, esperando algo invisible, pero tampoco apareció nada. Andó un poco más, hasta que vio un pozo y como estaba cansada se paró a beber agua, entonces de entre la maleza, apareció un enorme lobo negro. Caperucita se quedó paralizada del miedo al ver a aquella bestia sentarse a su lado.

-No te preocupes, no voy a hacerte nada- le sonrió el lobo-. Me llamo Feroz, pero que no te engañe mi nombre, no suelo comer niñas tan guapas como tú.

Caperucita apartó la mirada de él, se levantó y empezó a caminar como si nada hubiese pasado. El lobo al ver que la niña se alejaba de él, empezó a correr hasta colocarse delante suya.

-No huyas de mí, te prometo que no te haré nada.
-Me han dicho que no me fíe de los desconocidos.
-Yo me he presentado, así que ya me conoces, en cambio tú no me has dicho tu nombre, en este caso tú eres la desconocida- le racionó Feroz.
-Me llaman Caperucita Roja- le contestó con voz temblorosa la niña.
-Encantado Caperucita. ¿Y qué haces aquí, en medio del campo tú sola? No irás a hacer una merienda sola, ¿verdad? Te podría acompañar- bromeó el lobo.
-No, voy a casa de mi abuela que está un poco enferma.
-Si quieres te puedo aompañar- se ofreció compasivo.
-No hace falta, está cerca, pasando el lago.
-Pues si quieres jugamos a ver quien llega antes, es muy aburido estar aquí solo.
-Me parece bien- aceptó alegre la niña.
-Bien, yo iré por la derecha y tú por la izquierda, quien llegue el último tiene que pagar con algo.
-Bueno, yo te puedo dar una magdalena, pero, ¿tú que me puedes dar?
-No lo sé, pero ya lo pensaremos si me ganas.

Y quedando así las cosas los dos empezaron a andar. Como era lógico, el lobo llegó antes a la casa de la abuela, pegando a la puerta y fingiendo la voz de la niña. La abuela notó la voz muy cambiada, pero pensó que tal vez fuera del resfraiado, que le había afectado al oído, así que se levantó y abrió la puerta. El lobo sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre ella, mordiéndole sin piedad el cuello, haciendo que se desangrara mientras se bebía sus fluidos con avidez, tratando de manchar lo menos posible la ropa de la anciana. Pronto empezó a ponerse más palida de lo que ya estaba, y sus flojos gritos no eran más que unos susurros. Su vida acabó en brazos del lobo, que la encerró desnuda en el armario de la habitación, se vistió con sus ropas y en el momento de meterse en la cama escuchó como Caperucita abría la puerta.

-Abuela, ¡he ganado, he ganado! -Le dijo emocionada la niña.
-¿Y qué has ganado cielo?- Contestó el lobo con su mejor voz de anciana.
-Una carrera con un lobo que había en el bosque.
-¿Pero cómo se te ocurre hablar con un lobo? ¿No sabes que son malos?
-Sí, pero él se presentó, se llama Feroz, te dejo en la cocina la cesta que me dio mamá, ¿vale?
-Vale cariño, bueno siéntate aquí con la abuelita, que hace mucho que no te veo.
-¿Cómo te encuentras?
-Mejor, ahora que ya estás aquí.
-Parece que se te han hinchado un poco los ojos.
-Sí, pero no pasa nada, así te veo mejor.
-Y las orejas, se te han puesto tiesas.
-Así te oigo mejor.
-Y la boca, los dientes se te han afilado y alargado.
-Son para comerte mejor.
-¡¡¡¡AHORA!!!!

Del grito que dio la niña el lobo se asustó mirando a todas partes, cuando la puerta cayó bajo la fuerte patada de un cazador que lo apuntaba con una escopeta. La niña se apartño y con un leve asentimiento de cabeza avisó al cazador para disparar, cosa que no se pensó dos veces, y con un fuerte estruendo descargó la escopeta en la cabeza del lobo, haciendo que sangre y parte de la masa gris de su cerebro se quedaran pegadas en la pared.

-Siento que hayas tenido que presenciar esto, niña.
-No pasa nada señor, al menos me ha salvado.

martes, 20 de julio de 2010

HermanaConPrefijo

Perdona por tardar tanto en escribirte, sé que es una falta muy grave, pero tampoco estaba segura de que me leerías. Ahora ya no me importa que lo leas o no lo leas, porque tú sabes perfectamente lo que te quiero, lo mucho que te echo de menos, y las inmensas ganas que tengo de verte y achucharte, ya que iluminas una parte de mi mundo con tus ojos, y lo alegras con tu voz. Ya cuento los días para volver a estar juntas, como siempre hago, que ha sido casi un año sin vernos y se ha hecho muy largo. Y aunque seas una hermana con prefijo, te quiero igual que si no lo tuvieras.

lunes, 19 de julio de 2010






Los Pecados de Dios

Capítulo VII
Ira

-Veréis, él sabe perfectamente que estamos aquí y que algo estamos planeando, pero a su vez él también está tramando algo- empezó a explicar Uwe-. Nosotros no estamos buscando averiguar cuál va a ser su primer movimiento, sino mostrar que va a hacer algo grande y destructivo, y demostrar que es él.
-¿Y cómo pensáis hacerlo? -Inquirió Gabriel.
-Encarándolo y haciendo que se enfrente a nosotros.
-Pero os puede destruir- espetó Judith.
-Solo a mí- saltó Damien-, pero no importa, es un precio muy bajo a cambio de todo lo que podemos ganar.
-Por eso te dijo que te reunieras con él aquí en Jerusalén, ¿no?- recordó Gabriel.
-Sí, está aquí y no está aquí, él viaja muchísimo, pero es una trampa, aquí el que se encuentra es su enviado, y sólo me hará mil pedazos antes de tiempo, de modo que mejor no ir a la boca del lobo.
-Bueno, ahora la cuestión principal, ¿quién es él? ¿En quién se camufla?
-Se hacía llamar Joseph, pero ahora le llaman Benedict, él fue quien encubría al sacerdocio de las violaciones a niños, pero de cara al público pide un perdón que él mismo ocultó.
-¿En serio crees que puedes llegar a él?
-Él vendrá a mí, no te preocupes- respondió confiado Uwe.
-Pero si está respaldado por cientos de personas, es uno de los mayores personajes públicos del mundo.
-Sí, pero hay momentos del día en el que se cambia por alguno de sus cardenales, y no te estoy hablando de solo ropa, se transforma completamente. Entonces será cuando lance todo su poder contra el mundo.
-¿Y cómo sabremos que es él?
-Fijaos en sus manos, tendrá una marca, "su" marca, el ojo dentro de la pirámide, esa es la únia manera de identificarlo.
-Al menos sabréis dónde suele ir al cambiar de aspecto, ¿no?
-Por supuesto, pero no hará las cosas tan fáciles para que vayamos directamente a por él. Además, vosotros tenéis otras misiones. De todas formas os explicaré algo. ¿Quién creéis que origina los huracanes, los maremotos, los diluvios, todos los desastres naturales? Él. El que ama a todos, los destruye también.
-Pero, ¿por qué lo hace?
-Ya habéis visto el comportamiento de cada uno de los sujetos, todos cometen algún pecado, incluidos vosotros, ¿por qué pensáis que actúan así?
-Por ansias de poder, para sentirse mejor consigo mismo o por sentirse superior, quieren ser como aquel que veneran, quieren ser Dios- razonó Gabriel.
-Y lo consiguen.
-Les queda bastante para llegar a ser Dios.
-No creas, pues Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, ¿no? El verdadero creador de los pecados fue él, no yo como quiere hacer creer. Mi único error fue aprovecharme de ello para obtener más almas y así, llenar el paraíso al que me desterró.
-¿Ahora quieres enmendar tu error?
-Para nada, pero sí quiero verle sufrir, quiero verle en su agonía, que entienda lo que yo pasé en su momento.
-Te revelaste contra él, ¿qué esperabas? ¿Que te dejara seguir estando en su cielo?
-La humildad que él predica, el sentido de compratir toda su riqueza, que no se sintiera tan poderoso, por eso me enfrenté a él, no soportaba ver tanta falsedad y que los demás le aplaudieran. La envidia es mi pecado, igual que el vuestro es la lujuria y el suyo la ira.
-Buscas tu momento de fama- aseguró Judith sin mirarle a la cara.
-¿Más fama? Por favor, ve a cualquier ciudad y mira a tu alrededor, en la época en la que estamos soy una estrella, y me encanta serlo la verdad. No busco eso, ¿aún no lo entendéis? Solo quiero verle caer.
-Está bien, si él está aquí como te dijo, ¿dónde está?
-"Él" no está aquí, está su enviado como os dije antes, a Jesús solo hay que matarlo, es mediohumano, así que no dará muchos problemas, y además enfurecerá a Dios.
-Bueno, no dará muchos problemas, que tú creas, ¿no?
-Ya cayó en la tentación una vez, pese a lo que publican en los escritos, así que podrá caer dos veces.
-Espera, ¿cayó?- Preguntó bastante asombrado Gabriel.
-Claro que cayó, con María Magdalena, ¿de verdad pensabas que iba a poder resistirse? La amaba demasiado, y tanto amor no puede demostrarse solo con palabras. Seguro que tú, Judith, sabes a que me refiero- terminó volviendo su mirada hacia la súcubo.
-Lo sé perfectamente, pero si sabe nuestra identidad, nuestros rostros, nuestros nombres, sabrá que quiero ir a por él.
-Él conoce tu rostro, pero que yo recuerde puedes transformarte, ¿o no?
-Sí, puedo hacerlo, pero nunca lo he intentado, no me ha hecho falta.
-Pues ahora sí hace falta, vas a tener que intentarlo ahora, por favor. Prueba con esta fotografía.

Se acercó a un mueblecito que había colgado en la pared y de este sacó una vieja fotografía, algo ajada y llena de polvo, en ella se reflejaba a una mujer joven, muy hermosa de rasgos árabes, el pelo castaño lo llevaba casi por debajo de la cintura, e iba vestida con una túnica de color ocre, pero de un par de tonos más claros.
Al ver la fotografía Judith no acertaba a saber quien era, pero aún así intentó su tarea. Cerró los ojos y comenzó a recordar cada detalle de la chica, sin parar, su boca, su nariz, sus ojos, su pelo, su cuerpo, y así vuelta a empezar. Poco a poco sus ojos se fueron agrandando, sus labios se volvieron más carnosos, su pelo se iba alarando y se le empezó a ondular quitando su rizo natural, pero sin dejar de estar preciosa. Terminada la transformación, Judith se había convertido completamente en la chica de la foto y todos se quedaron boquiabiertos.

-Tengo algo para ti- le comunicó Uwe en cuanto pudo.
-¿Para mí?

Este se alejó, entrando a una habitación que había a la derecha, de allí sacó una caja considerablemente grande.

-Ábrelo, por favor.

Esta la abrió sin paciencia alguna, sacando de dentro un precioso vestido blanco, con un lazo azul cielo en medio.

-¿Y esto de qué me sirve?
-Esto es lo más parecido que te puedo ofrecer, a lo que ella utilizó la última vez que se vieron.
-¿Que se vieron? ¿Pero quién soy?- Preguntó un tanto molesta la Súcubo.
-Eres María Magdalena, la prostituta de la que se enamoró aquel al que debes seducir, y, ¿qué mejor que hacer una apuesta segura?
-No caerá dos veces.
-Es un hombre, puede caer dos veces con la misma piedra.
-Ya veremos como acaba esto.
-¿Y qué pasa con el enemigo "mayor"? -Preguntó Gabriel un poco molesto al no hacerle caso.
-Ese déjanoslo a nosotros- le contestó el ángel.
-¿Entonces qué pasa conmigo? El primero al que llamáis y el único que no va a hacer nada.
-Gabriel, para todo hay tiempo, no te impacientes- dijo Stain esta vez-, además, en esto hay trabajo para todos nosotros y para más. De momento tu misión será encargarte de reunir el mayor número de reporteros como te sea posible, de todo el mundo, y llévalos a Roma.
-Allí no hace falta llevar mucha prensa, además no dañará su paraíso terrenal.
-Con respecto a la prensa, solo hay una mínima parte, queremos que se entere todo el mundo, y no es suficiente con la prensa que hay ahora mismo. Y con respecto a lo de dañar su paraíso terrenal, bueno, no sabes lo que llega a cegar la ira. Él tiene muchas debilidades, pero la única que puede hacer cambiar a los humanos sobre su forma de verle es esa, además recuerda todo su poder, si quisiera podría destruir todo esto con sólo pensarlo.
-Puede que ahora lo haga-respondió la Súcubo con un poco de desdén.
-Esto le divierte demasiado, construir y crear para luego destrozar y arrasar es un juego para él.
-Bueno habrá que ponerse a la tarea cuanto antes.
-Eso por descontado.

Cada uno de los demonios partió hacia su destino con un solo objetivo, cumplir su misión. La que más rápido lo consiguió fue Judith, que solo tuvo que coger un tren hasta Nazaret, el lugar de su primera venida. En el tren se cambió de ropa y se puso el vestido que le regaló Uwe, le sentaba realmente bien, asombrándose aún de su completa transformación. Cuando llegó allí, lo primero que hizo fue localizar el lugar más cercano a donde nació. Lo vio cerca de unos bloques pequeños, bebiendo agua de un pozo, este al verla se quedó paralizado, sin poder quitarle los ojos de encima. La Súcubo empezó a andar hacia él con unos andares poco menos que sensuales, se acercó a él y susurrándole al oído le dijo.

-¿Me deseas?
-Deseo a la verdadera.
-A falta de pan, buenas son las tortas, y yo, ahora, te puedo hacer disfrutar, ella ya no-dijo Judith, a la que tiempo le faltó para empezar a besarle desenfrenadamente, llegando con su lengua a cada rincón de su boca.

Jesús poco hacía para resistirse como adivinó Uwe, pero en un momento se apartó y le dijo.

-Antes de que me mates con la daga que llevas a tu espalda, quería decirte que esto no servirá para nada, y ellos lo saben muy bien, solo es una cruzada más, un desastre que los humanos calificarán de natural, y que esta vez, como otras, se equivocarán. Solo ganáis tiempo al matarme.
-Pareces muy seguro de todo.
-He vivido y muerto aquí, así que ya voy cogiéndole el truco a esto.
-Eres divertido, lástima que tenga que hacer esto- terminó la frase clavándole la daga entre las costillas, llegando al corazón y haciendo que se desangrara lentamente, encharcándole los pulmones.
-Haz lo que tengas que hacer, pero no esperes nada a cambio, esto no se terminará aquí- dijo Jesús con su último aliento, regresando otra vez al paraíso con su padre.
-Lo sé, pero puede ser un cambio para el mundo.

En otra parte del mundo, Gabriel no paraba de llamar y llamar a todas las cadenas que podía, sin acordarse ya casi de qué idioma utilizar, y ya se estaba cansando de las negativas y las incredulidades, aunqueno le extrañaban. Ya casi sin esperanza llamó a la Fox, esa cadena en la que solo echan basura pero el todo ve. Allí tenía a alguien que le debía un favor, así que no dudó en utilizar ese recurso.

-Buenos días, ¿me podría pasar con Sidney Corbirock?
-¿De parte de quién?
-Dígale que soy Gabriel.
-De acuerdo, espere un momento, no cuelgue- contestó una chica con voz de pito, característica de las secretarias, que al cabo de un par de minutos volvió a hablar-. ¿Señor? Ahora mismo se la paso.
-¿Qué quieres?- Preguntó una voz que denotaba fuerza.
-Bonita manera de saludar a alguien que te dejó vivir en su momento.
-No me vengas con esas Gabriel, que nos conocemos.
-Está bien- contestó el Íncubo quitando el tono burlón a su voz-. No son tiempos para bromas.
-¿Qué es lo que ocurre?
-Verás, va a pasar algo grande, pero increíble.
-Y como nadie quiere oírte, o nadie te hace caso, vienes a mí, ¿no?- Le cortó Sidney indignada.
-Sí. En tu cadena sacas cosas peores, mucho peores, así que esto te puede interesar y bastante.
-¿Tan poca vergüenza tienes como para insultar mi cadena y encima querer que te haga caso?
-Sabes que siempre he sido un demonio.
-Sí, un demonio- contestó con un poco de burla Sidney.
-No empecemos, ¿me vas a ayudar o no?- Dijo Gabriel con el tono más cortante que pudo tener.
-¿Cómo de grande e importante es la noticia?
-Grandiosa, divina se podría decir.
-Veré lo que puedo hacer.
-Necesitaría que dieras adelantos para que la gente se vaya preparando.
-Por eso no te preocupes.
-Eres la mejor.
-Lo sé, por eso acudes a mí, y por eso me dejaste vivir- contestó ya un poco más relajada.
-Entre otras cosas. Deberás estar en Roma, en el Vaticano para ser exactos, el lunes a las seis de la tarde, quedan seis días, espero que tengas tiempo suficiente- y sin más colgó sin darle tiempo a confirmar.

Uwe y Damien por su parte, ya se encontraban en el avión de destino a Roma, cuando Damien sintió que todo iba correctamente.

-Se está cumpliendo todo tal como lo planeamos- le comunicó el ángel a su acompañante.
-Va a ser espectacular- le contestó emocionado el diablo.
-Sí, va a ser un gran cambio. Pero sí he de admitir que estoy un poco asustado.
-No te preocupes, lo más que te puede pasar es que pases una eternidad conmigo- bromeó Uwe-. Ahora hablando en serio, no debes estar asustado, es un cambio para bien, y es lo que se supone que queréis los ángeles.
-Sí, es cierto. Pero también nos asustamos cuando sabemos que nos llega nuestra hora, además, te recuerdo que ya no soy un ángel, ahora soy un ángel caído, un ser malvado sin vuelta atrás para regresar al paraíso.
-Sabes tan bien como yo que han cambiado las reglas, lo que era blanco se está tornando negro.
-Aun así no me siento bien conmigo mismo, pero no te voy a negar que estoy entusiasmado por verle caer.
-Entonces eso es lo que cuenta, pronto se acabará todo y al fin podremos dejar de pensar en si hacemos lo correcto o no.
-Sí, tienes razón, sin embargo recuerda que mala hierba nunca muere.
-No hace falta recordarlo, soy el ejemplo personificado.
-Vale, no diré más.
-No tienes que hacerlo tampoo, sigamos con nuestra parte del plan.
-De acuerdo, aunque aun nos quedan unas horas de vuelo para llegar a Roma- terminó la conversación Damien, sin oír contestación alguna por parte del demonio.

En un par de días todo estuvo medio organizado, y en una pequeña bocatería de la ciudad, ambientada en el cine y el teatro, se encontraron los cuatros para relatar sus logros. Uwe al terminar de escuchar al Íncubo y a la Súcubo les felicitó por el trabajo realizado.

-Solo nos queda la batalla final, el fin de una era y el comienzo de otra- dijo Stain.
-¿No te has parado a pensar, que ahora sin un Dios al que adorar, pueda haber más maldad en este pequeño mundo?- Le preguntó Gabriel después de mucho pensar.
-Claro que lo he pensado, pero piensa en todasl as personas del mundo y dime, ¿a cuántas les hace falta la exusa de un sin dios para robar, o matar?
-Es verdad, no te lo voy a negar.
-Aquel que tiene la maldad en su interior, la va a tener siempre, con factores divinos o sin ellos. Solo les hace falta un motivo para hacer el bien tal como buscar la felicidad, pero ya la gente no cree en ella, los que desesperan buscándola piensan queno tiene nada que perder, y ahí es cuando entra la maldad en sus mentes.
-Suena un poco triste que se derrumben por eso.
-No es que suene así, es que lo es.
-Bueno, a ti no debería importarte eso- le restregó Judith.
-Estoy cansado de siempre lo mismo, yo también me canso de tanto dolor, de tanto arrepentiemiento, no creas que es una fiesta. Solo tenía que ver a tu alrededor en Beit Zait, aquello es el mismo infierno, desesperación con un toque de elegancia, pero solo es apariencia.
-Bueno, vamos a ir planeando los próximos días. Hablé con Sidney, la directora de la Fox, le dije que se preparara para el lunes a las seis de la tarde.
-Eso es mañana, ¿crees que le dará tiempo a todo?
-Ya han pasado dos días, y he elegido a la mejor, así que no te preocupes- le aseguró Gabriel.
-¿Y si ataca esta noche?- Preguntó Damien.
-No lo hará, está esperando que nosotros ataquemos primero, aunque ya lo hayamos hecho.
-Exacto, ¿qué más espera?
-Supongo que a la prensa, intentará que todo salga a favor suyo.
-Bueno, lo importante es que estemos seguros de que atacará.
-Lo hará.

Al día siguiente, a las cinco y media ya estaban todos reunidos en la plaza de San Pedro, fieles indignados, prensa ansiosa de polémica, obispos y cardenales enfurecidos, y ellos cuatro que habían puesto mil ojos entre la multitud. Gabriel en un momento se acercó a Sidney para hablar con ella, y así hacer tiempo. Judith no tan relajada, se fijó en un muchacho de unos ventidos años, que por nervios no paraba de moverse. El chico se dio cuenta de que la Súcubo no apartaba de él la mirada, y en ese momento le mostró, sonriéndole, su mano derecha, en la que tenía tatuado en la muñeca el ojo dentro de la pirámide, tenía la "marca". Ésta intentó advertir a Uwe de que no buscara entre la gente, que era aquel chico alto de pelo moreno, pero de su boca no salió ningún sonido, ni de su cuerpo algún movimiento, estaba completamente paralizada y a su merced, pero de tal manera que nadie se percataba de la agonía que le recorría a la Súcubo por dentro. Este se acercó a ella y dirigiéndose a su oído le habló.

-Tu fin está cerca, igual que acabaste con la vida de mi hijo, yo acabaré con la tuya, de la manera más cruel que he encontrado, tu propia medicina. Te haré andar y andar, hasta oscuros callejones donde estarás a la espera de un poco de piedad, cualquier vagabundo ávido de sexo y placer podrá hacer contigo lo que desee. Allí te retorcerás de dolor y yacerás muerta en el suelo por el resto de los días, recordando tus pecados. Seguro que esto no te hace tanta gracia como cuando mataste a todos los que has podido. Seguro que ahora te estarás arrepintiendo de todo el mal que has causado. Seguro que ahora te pensarás dos veces las cosas antes de hacerlas- terminó Dios mirándola con una sonrisa enorme.
"No podré contestarte, pero sí puedes oírme, y sabes tan bien como yo, que jamás dejaré de reírme de verte caer. Jamás me arrepentiré de lo que hice. Jamás dejaré de intentar matar a quien me apetece solo porque tú me lo mandes. No entiendes que vas a caer- contestó Judith sin temblor alguno en su voz".
-Veremos quién cae primero.

La dejó allí, y esta sin quererlo empezó a andar, perdiéndose entre la gente que había agolpada en la plaza. Ahora Dios tenía camino libre hacia Uwe, que conversaba seriamente con el ángel, el cual también recibiría su parte del castigo con un duro golpe de disciplina. Tenía pensado recoger sus alas y frente a él ir partiéndolas en pedazos, recordándole que no volvería a pisar el paraíso nunca más, que no volvería a disfrutar de los placeres que un día le brindó sin nada a cambio, solo adoración eterna.
Pero lo primero que hizo fue dirigirse al diablo, aquel que había organizado todo esto en contra suya, cuando estaba tan seguro que no podría vencerle. Sin más unas nubes negras comenzaron a nublar el cielo, empezando a llover una lluvia fina, que a nadie importó, pero que gradualmente se iba haciendo más intensa, con más violencia, y que hacía que la gente se refugiara debajo de los tejados de la plaza. Uwe se quedó allí, se volvió y con una sonrisa saludó a su contrincante.

-Ya era hora- le dijo el diablo.
-Sí, hacía tiempo que no nos veíamos- contestó Dios.
-Es cierto. Y ahora, ¿qué? ¿Intentarás un burdo esquivo mío y procurarás que todos piensen que actúas bajo mi influjo?
-Esa era mi idea, pero parece que lo tienes todo pensado.
-No te iba a dejar esto tan fácil.
-Tienes razón, sería demasiado aburrido. Pero te das cuenta que nadie está oyendo nuestra conversación ¿verdad?
-Tus actos te delatarán, y las cámaras lo grabarán- le contestó, con una media sonrisa de triunfo en la cara, Uwe-. Hay una buena parte del mundo viendo esto, y con suerte oyéndolo, ¿no te habías percatado?
-Claro que me había dado cuenta- dijo sin mucha convicción Él.
-Estás perdiendo facultades viejo amigo.
-Será que no he practicado lo suficiente.
-Que ganas tienes de llenarte el cielo de buenas personas, y el infierno de pobres infelices.
-Milenios vacíos de actividad son demasiado aburridos, crear, crear y crear para que solo unos pocos te den las gracias, no es suficiente. Necesito un poco más de diversión.
-Destruyendo lo que has creado- le replicó el diablo.
-Soy el dueño de esto, puedo hacer lo que me plazca- contestó subiendo el tono de su voz, adornándolo con un poco de ira.
-Eres un hipócrita. Predicas amor cuando das odio, predicas multiplicación cuando matas a sus hijos, predicas construcción cuando das destrucción.

En ese momento un enorme rayo pasó cerca del diablo, haciendo que tuviera que apartarse para no ser alcanzado de lleno, y abriendo una gran grieta en el suelo en la que cabía la camioneta de la Fox sin problemas.

-Parece que he tocado tu fibra sensible- se burló Uwe.
-Sabes que puedo destruirte- amenazó Dios.
-No puedes, puedes dejarme malherido, pero entonces tú también lo estarás.
-No es cierto, si pude desterrarte a ti y a todo tu ejército de ángeles rebeldes, como aquel que tenías a tu lado, puedo destruirte ahora mismo. Yo te creé.
-Sí, pero al desterrarme me convertiste en lo que soy ahora, el mal, la indignación de lo bello, la maldad en estado puro. Pero no olvides, que no hay bien... sin mal.

Y tras esas palabras Dios descargó su ira en él, llegando huracanes desde el mar, los rayos no cesaban de destrozar la plaza con una velocidad atroz. Uwe, se mantuvo quieto sin perder la sonrisa, soportando la fuerza que hacía el huracán sobre él, mientras veía que se acercaba hacia la Basílica sin que pudiera dios remediarlo, aunque tampoco lo intentara. Él, al ver a Uwe tan tranquilo se iba enfureciendo más y más, haciendo que sobre el diablo fueran cayendo las estrellas, preciosas bolas de fuego en el cielo, pero destructivos meteoritos en la tierra. El río Tiber pronto desbordaría a causa de las fuertes lluvias inundando todo lo que pasara por su lado. Los pilares de alrededor caían como fichas de dominó y la gente huía despavorida, pero millones de personas no apartaban la vista de su televisor, admirando aquella bella destrucción. La lluvia de estrellas cesó, esperando que hubieran acabado con el diablo, pero este más que muerto, estaba un poco malherido y con ganas de responder a sus ataques.

-Sé que aún te queda mucha baza por jugar, pero ahora me toca a mí mover ficha- le dijo Uwe clavando su mirada en Dios.

Ahora el suelo ardía, las piedras que habían destrozadas se fundieron, los bosques que habían alrededor de la plaza empezaron a arder pese a la fuerte lluvia que les azotaba. Dios empezó a elevarse unos centímetros riéndose a carcajadas del burdo intento de quema, pero sin saber cuál sería el próximo ataque que recibiera. Uwe empezó a correr hacia él para terminar en un salto abalanzándose a él y haciendole caer en el ardiente suelo. Sus ropas empezaron a arder y a la vez que Dios sentía el dolor del fuego, Uwe comenzó a sentir también un dolor irrefrenable, sentía que se helaba. Cesaron la pelea, sabiendo que ninguno podría morir sin matar al otro.

-Parece que vamos a tener que seguir conviviendo juntos- empezó a jadear Dios.
-Tú tendrás que admitir tus errores, tus pecados, tu frialdad- le contestó sin piedad Uwe.
-¿Quieres que todos dejen de creer en mí?
-No van a dejar de creer en ti, solo van a cambiar la forma de verte, algunos te verán peor, otros puede que mejor, no lo sé, pero quiero que dejes tu ego, quiero que dejes de destruir, quiero que dejes de hacer que todos crean cosas que no son.
-Después de esto, ya se tienen que haber dado cuenta de que lado estar. Aún así, no lo admitiré públicamente, nunca aceptaré nada de lo que me pidas, que ellos crean lo que quieran. Lo que quieres es que no influya en sus vidas, ni para bien, ni para mal.
-Exacto. No tienes que decirles lo que deben y no deben hacer.
-Está bien, me retiraré por ahora, pero tu deberás volver a tu infierno, no apareceremos jamás por aquí, será nuestro pacto.
-No me parece mal- selló el pacto con un corte en su muñeca, que al caer su sangre al suelo abrió un gran agujero en la tierra-. Esta es nuestra despedida hasta que olvides el pacto y tenga que volver a pararte los pies.
-Cuando vuelvas a intentar pararme los pies, no me importará morir para verte en el suelo difunto- le contestó Dios que empezó a elevarse hacia el cielo, abriendose paso entre las nubes negras cargadas de lluvia y electricidad.

Gabriel que había visto y oído todo en directo, lo primero que hizo fue mirar al cámara, y tras asegurarse de que había grabado todo, buscó a Sidney.

-¿Ha terminado todo?- Contestó esta con tanto pavor en la voz, que no sabía si había conseguido pronunciar bien la frase.
-No, solo ha cambiado un poco.