sábado, 23 de octubre de 2010

Príncipe de las Guerras

Tú, Príncipe de las Guerras, condenado por un mal destino, obligado a luchar contra tu voluntad, obedeciendo órdenes superiores y resignado a seguir para poder vivir. Quien le iba a decir a esta simple moza que acabaría amando a una persona con tal intensidad, con tanta fuerza y poder. Solo te pido que no me dejes, que me cubras del sol que quema mi piel y me arropes en las frías noches en los que la luna ilumina el cielo. Quiero, o incluso debo pedir una cosa de ti, no me olvides, que la distancia entre nuestras guerras no haga mella en nuestros corazones, ni en nuestras almas, pues tú eres más importante para mí que cualquier tesoro superficial, más importante casi que mi propia vida, ya que como te dije una vez, y te lo repetiré varias más, tú me proteges de sobremanera, haciendo lo imposible por mí, sin que yo sepa como ni por qué lo haces. Lo único que lamento es no poder devolverte ese favor pero no te preocupes, ya podré llegado el momento, mientras tanto seguiré amándote y dejando que me cuides arropada en tu cómoda cama.

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