jueves, 25 de noviembre de 2010

Sin más apareces

Son las 12 de la mañana, y llamas, me preguntas qué tal he dormido, te contesto que bien a pesar de haber dormido sola en tu cama. Te hago la misma pregunta, sé que no ha sido una de tus mejores noches, me contestas que bien y terminas diciéndome que llegarás a la casa sobre las 4 y media ó 5. Un tanto decepcionada acepto tus horarios y me despido de ti con un te quiero, seguido de yo también por tu parte.

Se acerca la hora de comer, pero apenas como, entre los nervios y el café que me tomé para desayunar no tengo hambre. Leo, como casi toda la mañna, casi 100 páginas en un momento, distraigo mi mente para no reparar en las horas que aún me faltan para poder verte y abrazarte.

Me conecto y hablo con una amiga, le pongo la cam y le enseño un poco la habitación, hasta que sin venir a cuento se apaga el ordenador... otra vez a leer. Son casi las 3 de la tarde y aun pienso que queda una hora o incluso un poco más para que llegues. Voy a la cocina y pico un poco de comida, vuelvo a la habitación y me dispongo a leer de nuevo, pero cambio de opinión en el último momento y enciendo nuevamente el ordenador. Pongo youtube y hago una lista de reproducción con unas pocas canciones, un tanto románticas.

Escucho un ruido en la entrada, es la puerta que se abre y suena tu voz con un alegre ¡hola!
Se empieza a formar una sonrisa de oreja a oreja en mi cara, pero no sé porqué no soy capaz de levantarme de la silla. Noto el corazón latiendo con tanta fuerza que parece que lo tengo en la garganta, y por fin apareces por la puerta y me sonríes, se podía decir que no te creías que estuviera allí, aunque ni yo misma me lo creía aun.
Paso la mirada por todo tu cuerpo y no puedo evitar pensar en lo guapo que estás con la mimeta, no dejo de mirarte, ni de sonreírte, simplemente no puedo.

Entras con tu normal, ¿qué pasa? Para contestarte con mi normal nada, aunque pasan mil cosas y a la vez ninguna por mi cabeza. Te acercas a besarme, y con ese simple beso me cercioro que no es un sueño, es verdad que estoy en Almería, en tu casa, en tu habitación y que tú también estás.

Sales de la habitación y hablas con tu compañero de piso, bromeáis durante unos instantes que a mi se me hacen eternos y despidiéndote de él vuelves a la habitación.

Te sientas en la cama para poder quitarte las botas cómodamente, pero yo ya estoy en pie y no puedo contener las ganas de abrazarte, había estado esperando ese momento desde hacía dos semanas, y no estaba dispuesa a esperar ni un segundo más.
Así que me abalanzo a ti, besándote como nunca antes, y por dentro sintiendo como una parte de mi quería simplemente echar a llorar de felicidad. Me sientas encima tuya, y así me quedo, abrazada a ti, y sin poder evitarlo ni queriendo evitarlo tampoco, te susurro al oído TE AMO.

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