lunes, 24 de enero de 2011

Marcas



Llegada la medianoche empecé a tener sueño, fui a dormir tranquilamente, al día siguiente no tenía que ir a trabajar, así que no me preocupaba excesivamente la hora. Me acerqué al baño para darme una ducha, abrí el agua, y esperé a que saliera templada para meterme dentro de la bañera. Me enjaboné cada una de las partes de mi cuerpo, desde la planta del pie, subiendo hacia las rodillas, masajeé mis muslos, y seguí hacia el pubis. Me empecé a excitar, y jugueteando con el agua me sentía muy bien y seguí acariciándome, cada vez más rápido, hasta que mis piernas empezaron a temblar, pero aún así seguí, me metí dos dedos y ya no aguanté más. Había llegado al clímax total.

Terminé de ducharme, y cogí la toalla que tenía más a mano, no entendía muy bien que me había pasado, pues nunca antes me había excitado con un simple baño. Me fui al espejo y me desenredé el pelo con el cepillo de púas morado, pero lo solté de inmediato al recogerme el pelo hacia atrás. Me examiné el hombro, tenía dos dentelladas muy extrañas, no parecían humanas, pero tampoco de animal, estaban muy separadas, como si los colmillos fueran cada uno diferente. No sabía que hacer así que me quedé ahí, mirándome el hombro, embobada en esas dos marcas. Decidí intentar descubrir que era, pero sabía que no iba a descubrirlo fácilmente, sólo sabía que tenía una irrefrenable sed de sexo.

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