lunes, 5 de julio de 2010



Los Pecados de Dios

Capítulo VI
Envidia

-¿Sí?- Dijo una voz grave al otro lado del teléfono.
-Uwe, soy yo- respondió Gabriel.
-¿Y qué quieres? ¿Has encontrado a Damien?
-No, pero nos gustaría verte, necesitamos contarle algunas cosas en persona, importantes.
-Ya sabes mi opinión sobre las visitas.
-Lo sé, pero si esto es tan importante, supongo que podrá hacer una excepción.
-Espero que sirva de algo, si no ya sabes lo que te espera- amenazó Stain.
-Ya verá como sí- aseguró Gabriel-. ¿Dónde podemos encontrarnos?
-No me encuentro ahora mismo en California, así que os tendréis que desplazar.
-No hay problema, solo diga dónde.
-Está bien, debéis ir a Jerusalén, a Beit Zait concretamente.
-¿Está seguro de que es allí?
-Estoy ahora mismo aquí, ¿acaso desconfías de mi palabra?
-No quería decir eso.
-Entonces aquí os veré, cuando lleguéis os diré el sitio exacto de mi oficina.

Sin más, Uwe colgó. Ahora estaban confusos, no sabían que pasaba allí, pero tenía que ser algo grande para que tanto mal se refugiara allí. Sentían ser solo unos peones en una guerra de reyes. Aún así no vacilaron en ir en su encuentro con Stain.

"Debemos ir lo antes posible al aeropuesto- dijo Judith".
"Sí, por una vez estoy de acuerdo contigo".
"Una vez".


En un par de horas ya habian conseguido los billetes y se encontraban de camino a la puesta de embarque, esperando a que la azafata les revisara. Cuando lo hubo hecho entraron y se acomodaron en sus asientos, esperando que el avión despegara con esa sensación de velocidad que da al principio.

"Tengo la sensación de que vamos a pasar unos malos días allí- pensó Gabriel más para sí mismo que para Judith".
"No, solo estaremos en otro infierno".
"Y no te es suficiente".
"No es nada comparado con todo lo que he pasado a lo largo de tantos años, pero parece que para ti va a ser la primera vez que lo pases mal de verdad".
"Tampoco es eso, simplemente prefiero mi infierno de siempre".
"No importa lo que tú, o nosotros queramos, al fin y al cabo no dejamos de ser marionetas".
"Cierto".
"Deberíamos dormir un poco al menos, aún quedan bastantes horas de vuelo para llegar a nuestro destino- zanjó Judith la conversación".

Tras tres malas comedias y unos cuantos hilos musicales para dormir llegaron a Jerusalén, donde por fin descubrirían el verdadero rostro de Uwe. Gabriel vio una cabina en la otra parte de la terminal, se dirigió a ella y marcó de nuevo el número del demonio.

-Ya nos encontramos aquí, en Jerusalén, ahora cogeremos un taxi hasta Beit Zait.
-De acuerdo, mi oficina se encuentra en Derech HaZeitim, aseguráos de que no os siguen, y cuando lleguéis aquí decid que vais de parte de Damien.
-¿No es más seguro que digamos que vamos de su parte?
-Yo sé bien lo que digo.
-Sí.

Salieron del aeropuerto respirando la desolación del lugar, pobreza e indignidad. Pararon un taxi de matrícula indescriptible, conducido por un tipo poco menos que agradable, que les miraba desde el espejo retrovisor un poco desconfiado al tener extranjeros subidos en el auto. Le indicaron a dónde debía dirigirse, pero antes de encender el auto tuvieron que pagarle un tanto por ciento de la carrera sin hacer. Habiéndole entregado el dinero de mala gana y con unas pocas palabras más altas que otras arrancó el taxi dirección Derech HaZeitim.
Intentaron relajarse y admirar el paisaje, pero les resultó difícil al estar rodeados de chabolas, niños que no jugaban, no reían, no aprendían, que a lo más que aspiraban era a sobrevivir un día más y poder dejar de ver muerte a su alrededor. Se fijaron también en el contraste tan grande que había allí al ver un edificio que no cuadraba entre tanto mal. Era un hotel de unos veinte pisos de altura, con grandes y bonitos jardines ornamentando la entrada principal, la fachada de un blanco impoluto era simétrica, siendo la base más ancha que la azotea. Se fijaron por poco en el nombre de la calle y al ver que coincidia con la que Uwe les había indicado le gritaron al conductor que parara dando un frenazo un tanto peligroso. Pagaron el resto de la carrera y bajaron del taxi, se quedaron allí admirando tanto contraste, aquel era donde se encontraba Stain, no entendían porque se alojaba allí cuando era algo tan importante y había tanto misterio entre ellos, sin embargo entraron sin dudar un instante, ansiosos de respuestas y averiguaciones sobre todo aquel tema.
Nada más entrar se aceraron y preguntaron por Damien como les advirtió que procedieran Uwe. No tuvieron ningún problema con ello, el demonio se alojaba en la habitación 56, que se encontraba en el ala oeste del piso 15. Se dirigieron al ascensor donde un encargado les preguntó a qué piso iban, los demonios se lo indicaron y empezaron a subir con un hilo musical muy usado en ascensores. Se produjo un silencio incómodo interrumpido por un cordial despido al abrirse las puertas. Comenzaron a buscar la habitación de Uwe, asegurándose que no había nadie vigilándoles de cerca. Una vez encontrada suspiraron a la vez y llamaron a la puerta, tras dos timbrazos les abrió alguien que no esperaban, y tras él, Uwe, aquel personaje con el que tenían cuentas pendientes, pero que en un segundo o menos, olvidaron. El demonio se encontraba tirado en un sofá esperando su visita, con la televisión encendida pero sin mirarla. Les sonrió y les pidió que tomaran asiento.

-¿Tanto tiempo para esto? ¿Tanto tiempo malgastado para que tú lo supieras todo? ¿A qué mierda juegas? - Gritó Judith
-Cálmate, no te va a servir de nada con este indeseable- dijo Gabriel con toda la tranquilidad que pudo-. Pero es cierto, ¿a qué viene tanto misterio para esto?
-Nos han descubierto, ¿eh Damien?- Rió Uwe con el ángel caído que había en la sala.
-Anda, cuéntales ya todo- respondió cansado.
-Está bien- empezó cambiando el tono y poniendose serio-. Veréis, esto solo era el principio, os estábamos probando, queríamos comprobar si seríais capaces de encontrar a alguien que es casi un fantasma. Va a haber un enfrentamiento y queremos que vosotros seáis quienes informéis al mundo sobre todo lo que ocurra.
-¿Enfrentamiento? ¿Con quién?- Inquirió Gabriel.
-¿Acaso no te lo imaginas? Seguro que Judith algo intuye.
-Bueno, puedo imaginar de quien se trata, por la forma de ser de las personas que hemos estado conociendo, pero no tenéis nada que hacer, ya habéis visto que aunque saben que es algo malo, creen que es bueno, y que también es buena la persona que los convierte así- respondió Judith.
-Por eso, solo por eso queremos dejar claro todo. Tenemos un sentido de justicia un poco diferente, no debe apuntarse ese tanto, ya que ni es bueno, ni lo ha hecho "él".
-¿Noto un poco de envidia en tus palabras?- Burló Judith.
-Sí, y no me niego a decirlo. ¿Sabes Gabriel?- Se giró para hablarle al Íncubo esta vez-. Cuando te dije que no era quien creías, me refería a que tengo más poder del que puedas imaginar, yo soy la antigua mano derecha de Dios, aquel que fue desterrado del cielo por enfrentarse a él, sí, me enfrenté a él por envidia, porque todos estabamos a sus pies sin motivo, sólo porque él era el creador, un creador injusto- explicó escupiendo odio en todos sus vocablos.
-¿Quieres decir que eres el diablo?
-¡Já! "El diablo", ¡qué nombre! Pero sí, llámame como quieras, diablo, Satán, Leviatham, Astaroth, Belial, Lucifer, Azazel, Semyazza... Pero prefiero Uwe, es más corto- bromeó-. Ahora en serio, ¿nos ayudaréis a contar la verdad sobre todo?
-Pero si no va a servir de nada, tiene demasiada gente engañada, y demasiada gente con poder para destruirnos con solo un chasquido.
-Lo sé, pero recuerda quien soy.
-Sí, alguien a quien derrotó una vez y que seguro ésta volverá a hacerlo. ¿Y tú?- Se volvió hacia Damien- ¿Quién te hizo eso?
-"Su enviado a la Tierra"
-¿Su supuesto hijo?
-Sí, ese llamado Jesús.
-¿Ha regresado otra vez?- Preguntó extrañada Judith.
-Sí, pero solo para pararnos los pies, y no es como lo cuentan, te lo puedo asegurar- recalcó con sarcasmo Damien.
-¿Y porqué ahora ésta cruzada? - quiso saber Gabriel.
-Porque no aguanto más ver como él se lleva el triunfo sobre todo y yo tengo que quedarme aquí, en el infierno, en la agonía viendo como se regodea con todo lo que él llama "bueno". Aunque no te voy a mentir, dinero no me falta, obtengo todo lo que deseo y más, y si soy el malo de todo esto tendré que serlo con razón, así que te puedo asegurar que he mentido, robado, violado y matado, pero al menos lo hago a sabiendas. Sin embargo él oculta todo, cuanto más santo es, más le quieren, al fin y al cabo son unos hipócritas, hoy en día por muy buen samaritano que seas alguno de sus mandamientos incumplirás y volverás a caer. Por eso ahora estoy decidido a desenmascararle, a dejarlo solo y apartado, que todos afirmen sus errores y se den cuenta de la culpa sin miedo.
-No lo vas a conseguir, no sé porque te empeñas, dirán que es culpa tuya, que tú lo incitas a todo- le replicó Gabriel.
-Porque ahora lo veo todo más claro, no me digáis que no queréis hacer el mal, sois demonios, se podría decir que sois sangre de mi sangre.
-No estamos diciendo eso, ocurre solo que no sabemos ni porqué ahora, ni porqué nosotros.
-A eso puedo responder yo- dijo el ángel que salió de su silencio-. Os llevo observando desde hace décadas, cada uno de vuestros comportamientos, vuestras vítimas, la forma en la que atraíais su atención, y como lo hacíais con ellas. Estaba buscando a quien conociera mejor a los humanos, a quienes supieran como tratarlos y como quitarles las vendas de los ojos, llevarlos al buen o al mal camino, pero saber conducirlos al fin y al cabo. Tras tantos años viendoos a vosotros, estudiando a los demás sujetos que habéis llegado a conocer, pude afirmar que eráis los únicos que podíais realizar este encargo, sabéis manejaros en este mundo, comprendéis a los humanos mejor que ninguno de nosotros. En resumen, os necesitamos.
-¿Y si no aceptamos esto?- Preguntó un poco molesto Gabriel.
-Significará que estás de su parte- dijo tajante Uwe.
-Por mí podéis estar tranquilos, estoy deseando impartir un poco de justicia a este mundo, y estoy segura de que en el fondo Gabriel también lo está- dijo la Súcubo en nombre de los dos.

"Vamos, esta es tu oportunidad de demostrar que los demonios no son tan malos, sólo hacemos las cosas a nuestra manera- le pidió Judith".
"Sí, tienes razón, no debemos desaprovechar esta oportunidad".

-Claro que tiene razón. Se os olvida quien soy, ¿no?
- Hay que asimilar las cosas poco a poco.
-Sí, ya.
-Expliquémosles ya el plan- le apresuró Damien.
-De acuerdo, esto va a ser muy fácil.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Otra vez con la intriga... en la sigueinte no lo podrás hacer! Muahaha!

Lum dijo...

Jajajajaja, cierto... pero bueno.. a ver como termino la última parte, porque ya bastante he escrito, creo que me voy a quedar atascada un tiempo.. me ha costado, me ha costado

Unknown dijo...

al final lo has escrito! voyy a leerlo :)

Lum dijo...

Por supuesto jajaja